86.- Días que siguen (Vol.2)

¿Quieren que siga?

Habíamos hablado del viernes de sushi y terror.
Hablamos que no fui al evento social de mi tía.
Y que no vi a mi amada familia.

Bueno, continuemos.

El día sábado desperté acompañada, y a decir verdad lo único que quería era levantarme. Hacía calor y ya no daba más en mi pieza. Me duché, ordené un poco el desastre y salí.
En el caluroso trayecto a casa, sentí ganas de hacer algo especial por ellos, fui al super mercado y compré carne y carbón para esperarlos con un asado.

Nota del editor: también se compró el nuevo Nivea deodorant "double effect", weno weno.

Llegué a casa (muy acalorada), conecté el ordenador (aaahhh!!), y fui a lo del asao, preparando de too, la carne, le eché ajo, orégano y limón (a lot) y a prender el fuego. En ese momento entra mi familia, que me miró con ojos brillantes.

No sé si les he hablado de la relación intrínseca que existe entre mi familia, el amor y la buena comida. Bueno, los momentos felices que pasamos, siempre los asociamos a comer juntos, de hecho, nunca en la vida se nos permitió en el techo materno (ni en vacaciones, jajaja), el comer en horarios distintos, no, digno de familia leona, tenemos que comer juntos y pelear si es necesario.

So... el asado fue una manera entendible dentro de nuestro lenguaje, para decirle lo mucho que los extrañaba y que quería y necesitaba pasar un buen rato con ellos.

Lucas me ayudó con el fuego, y me decía que esas técnicas las había visto en el Lucho Andaur, su nuevo héroe de la TV. Mamá, mientras se cambiaba de ropa, me preguntaba que íbamos a tomar, y Amanda ponía música.

Carolina le cambiaba ropa a Dante, quien desde la ventana me miraba con sus ojitos de atardecer, mirando con sorpresa, como la Babu hacía un asao para él.

Mi padre fue a comprar con Amanda. Mi hermana y yo pusimos la reja de la parrilla y tiramos la carne.

Ahhhh...el olor conducente a descanso nos empezó a invadir la mente, trajimos sillas, no sentamos a conversar de las plantas y la familia, de los cachorros que mi mamá salvo de la calle, de mi abuela, de la música y de las cosas de fin de año.

Cuando mi padre llegó de las compras, me trajo el pisco por el que estoy peleando desde el paseo que tuve con mis amigas en el San Cristóbal, sacó la tele al patio para que viéramos la Teletón.

"La carne está lista!". Y el desaparecido Bruno llegó como por arte de magia, a poner su pancito loco encima para que se tostara, trajo la mayo, el tomate y la lechuga, unas vienesas para los que quisiera y vamos comiendo!.

Comimos, tomamos. Cuatro cervezas entre mi padre mi madre y yo. Luego los combinados con limón y hielo salían y salían. Le hablé a mi hermana del tipo que descubrí que era gay, sacamos un par de fotos a los perros nuevos, nos reímos, lloramos también al ver los niños de la TV, yo esperaba a ver la Rupertina...pero...

1.- No supe a que hora me acosté, ni como
2.- Sólo se que a media noche o mañana alguien que creo que era mi madre me despertó para que me acostara en la cama de Lucas que se había cambiado para la otra cama.
3.- No sé si vi a la Rupertina
4.- Creo que si la vi

Si para Ud., que lee este aburrido blog, le parece algo extraño esto de ebriarse con los padres, creame que es posible, y más posible aun es que al otro día se amanezca sin dolor de cabeza, con el corazón rebosante de alegría y despidiéndose de lo más "¿somo amigo...o no somo amigo?".

*Salú.-

Nota 2 del editor: Si ud. cree que se viene una tercera parte de estos días, está en todo lo correcto!