Cuando son las 11:30, figuro en el cómodo sillón de mi casa, la ventana está de mi izquierda y un ramo de rosas enfrente mio.
El frío me tiene los pies helados, así es que la posición "del indio" es lo más indicado para abrigarlos y seguir escribiendo, al menos hasta que empiece el hormigueo causado por la falta de circulación.
Sí, así como se lee, diciembre 30, son las 11:30 y hace frío.
(Hago un anillo perfecto con el humo del cigarro que estoy quemando)
Los primeros días de Diciembre fueron apurados, ansiosos e intensos. Quise reafirmar lo mejor posible aquello que se veía estable en mi interior y traerme los mejores recuerdos y sensaciones al lugar en el cual felizmente hoy vivo, lejos de mi patria chilena, ya que mi actual es vivir del otro lado del Atlántico, en la ciudad de las luces, el amor y el romanticismo. Mi vida la estoy continuando en París, Francia.
Llevo 15 días de un hermoso sueño que vivo despierta y lo vivo con una realidad que -paradójicamente- me ilusiona más y más. El sinfín de experiencias que a los 30 años ya te hace sentir grande y "de vuelta" en esta vida, toman una importancia considerable, al encontrar una explicación a todo lo vivido. O quizás es uno más de los regalos que se recibe al estar absoluta e irrevovablemente enamorada. Por lo que me alzo en esta irreverencia a la vida y puedo dar las gracias incluso, a todas mis desilusiones, dolores y heridas, ya que todo eso fue un cauce en mi turbulento río que hoy me trajo a este Mar de calma (curiosamente, mi novia tiene un nombre que empieza con Mar). Feliz y contenta, el 14 de diciembre a las 17:30 horas ya estaba dentro del avión que me trajo hasta acá, hoy plena y viviente encuentro que todo valio la pena.
Y sí, dejé "todo" por venir acá, un trabajo rutinario y estancado en proyecciones, una familia hermosa en la que pintaba pa' soltera, mis amigos fieles, junto con sus abrazos y dejé también la necesidad de ver a mi pareja, mi compañera todos los días, ya que hoy, al vivir con ella mis amaneceres y anocheceres, siento que nada me falta.
Pueden concluir entonces, que soy una feliz adicta al amor y sus caprichos. Tras la nieve, el frio que muerde y un idioma que apenas entiendo, está mi corazón envuelto en una casa tibia, un amor que me cuida, y un mundo por conocer.
Au Revoir
El frío me tiene los pies helados, así es que la posición "del indio" es lo más indicado para abrigarlos y seguir escribiendo, al menos hasta que empiece el hormigueo causado por la falta de circulación.
Sí, así como se lee, diciembre 30, son las 11:30 y hace frío.
(Hago un anillo perfecto con el humo del cigarro que estoy quemando)
Los primeros días de Diciembre fueron apurados, ansiosos e intensos. Quise reafirmar lo mejor posible aquello que se veía estable en mi interior y traerme los mejores recuerdos y sensaciones al lugar en el cual felizmente hoy vivo, lejos de mi patria chilena, ya que mi actual es vivir del otro lado del Atlántico, en la ciudad de las luces, el amor y el romanticismo. Mi vida la estoy continuando en París, Francia.
Llevo 15 días de un hermoso sueño que vivo despierta y lo vivo con una realidad que -paradójicamente- me ilusiona más y más. El sinfín de experiencias que a los 30 años ya te hace sentir grande y "de vuelta" en esta vida, toman una importancia considerable, al encontrar una explicación a todo lo vivido. O quizás es uno más de los regalos que se recibe al estar absoluta e irrevovablemente enamorada. Por lo que me alzo en esta irreverencia a la vida y puedo dar las gracias incluso, a todas mis desilusiones, dolores y heridas, ya que todo eso fue un cauce en mi turbulento río que hoy me trajo a este Mar de calma (curiosamente, mi novia tiene un nombre que empieza con Mar). Feliz y contenta, el 14 de diciembre a las 17:30 horas ya estaba dentro del avión que me trajo hasta acá, hoy plena y viviente encuentro que todo valio la pena.
Y sí, dejé "todo" por venir acá, un trabajo rutinario y estancado en proyecciones, una familia hermosa en la que pintaba pa' soltera, mis amigos fieles, junto con sus abrazos y dejé también la necesidad de ver a mi pareja, mi compañera todos los días, ya que hoy, al vivir con ella mis amaneceres y anocheceres, siento que nada me falta.
Pueden concluir entonces, que soy una feliz adicta al amor y sus caprichos. Tras la nieve, el frio que muerde y un idioma que apenas entiendo, está mi corazón envuelto en una casa tibia, un amor que me cuida, y un mundo por conocer.
Au Revoir
Nota del editor: Hasta cuando de tus locuras, Babu!
Si ahora todo se me derrumbase, ni cuenta me daría...
