73.- To know

A continuación; un poema que estaba impreso en un poster que colgaba de la pieza que ocupaba mi tío, que vivió varios años en mi casa materna. He de decir que amaba su pieza, él fue durante mucho tiempo, mi ídolo, el hombre de las cosas ocultas, el hombre de las revistas con pechugas, el que fumaba marihuana, que sabía inglés y de quien escuché por primera vez a Depeche Mode. Él, el que me daba $100 por lustrar sus zapatos, que me regaló mis primeros lentes de sol (o gafas, segun la jerga sureña), que me llevó a ver una película en pantalla grande, que me compraba la revista Barrabases y me llevó al estadio (cuando la U aun era de 2º, jajaja). Mi tío, con quien aprendí a pelear, con quien pasé tantas cosas. Con su olor eterno a Axe+ Testosterona impregnado en cada rincón de su pieza, yo, pequeño Lince, admiraba todo su ser, desde sus duchas de agua helada, a quedarse solo en jeans y su mentón partido (el que yo tengo a medias). El Morry, ahora me doy cuenta que sí tuve un hermano mayor.
Como sea, este poema que estaba en el poster de su pieza, era lo primero en que se fijaban mis ojos al tenderme en su cama en las tardes de mi infancia. Y leía lo mismo una y otra vez, y por más que me lo supiera de memoria, ahí iba y lo leía...me fijaba en la foto de fondo, trataba con la mente cambiarla, o quizas poner otras letras, pero no, ahí estaba, el mismo poema de Ernesto Cardenal, jodiendo con mi vista.

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Al perderte yo a ti
tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
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Ojo que no quiero hacer alusión alguna a ningún hecho pasado, ni a ninguna persona en especial (salvo mi antes mencionado tío), es simplemente una acotación a mi infancia y a lo que se llega años después.
Creo que lo mejor de todo es saber. Tener conciencia absoluta de lo que Una es, de lo que Una siente y de lo que Una piensa...lo que Una espera, también es bueno re-conocerlo.
Es una cuestión de orgullo. Lo sé, y como persona conciente del tamaño del orgullo y que al mismo tiempo ama dicho orgullo, no le queda otra que sentirse feliz (un pié feliz!, jajaja), ya que las preguntas que me haga tal o cual persona o tal o cual recuerdo, la podré responder con completa paz, de manera limpia y clara. Sí, yo tengo completo conocimiento de lo que siento, y de hasta donde puedo llegar.

Y ese lugar no existe, por que al llegar a su límite, siempre lo voy a querer pasar.

Nota del editor: Es curioso eso de los ídolos. Hoy no hablamos con mi tío.