51.- Lo bonito de tocar

Por distintas razones, más de alguna vez he comenzado una conversación por internet con alguien que no conozco en persona. Que algun foro, que el blog, el ahora maldecido facebook, el añejo fotolog, más de algún transfugo chat y el contacto dateado por algun otro contacto.

De ahí (paso 2), me encamo con ellos en MSN, conozco sus detalles, memorizo fechas, cosas importantes que podría mencionar en otra conversación, asumo publicamente que son tácticas de guerra, para conquistar el terreno de su confianza.

De mi cameo se da paso a la concepción a dos posibles germinaciones: algo deseable, o algo indeseable. Util o no util. Sano o común.

Por la parte deseable, útil y sana, tengo a la mayoría de mis lazos afectivos mas intensos. Gente que empieza de lo intangible, de palabras puestas en correcto orden, gente que tengo en mis listas desde hace 5 o 6 años, y no que los tenga ahí solamente, sino que hablo con ellos, y no que tan solo hablemos por hablar, sino que a veces reimos sin poder contenerlo (y la pantalla queda algo multicolor por la explosión que salta en ella), e inclusive hemos llegado hasta llorar ahí, frente a una pantalla, como si ese amigo estuviera presente.

Me he enamorado por internet. También me he desilucionado. Me he confundido. He traficado, he hecho negocios, he maltratado y he creado. Si de todo esto hubo algo incorrecto, algo malo, me he arrepentido de muy poco.

Paso 3: Conocer en persona. Sí, carne y hueso ahí, olor, tacto (algunas veces sabor, jajaja), etc.

¿Prueba de fuego? A veces. Y es que los ojos para muchos de nosotros, no mienten. Pero no se asusten, que las relaciones son como el metal. Para llegar a la pureza total se tiene que someter a fuego, de esta manera se separa la escoria del metal puro y brilla intensamente.

Entonces deduzco que cada vez que veo en persona a mis amigos online, me pulo. Nos sacamos brillo, jajaja (lo siento, es que suena a frotarse y mi mente es demasiado cochina, jaja).

Whatever. He comprobado en mi carne que si se puede amar a alguien que no se ve. Me siento orgullosa de eso. De contar con algo que venza a la injusta distancia, al irrefrenable tiempo y a la sobervia razón.