La habitación es incandescente, pero aún así puedo distinguir su cuerpo entre tanta parafernalia electrónica que detesto. Tengo esa sensación indescriptible de saber que aquí es donde todo se acaba y que me quedo con las manos vacías frente al derrumbe de una vida completa. No me había avisado nadie antes y parece que esto es el miedo.
Me acerco a la camilla y la reconozco debajo de una sábana blanquísima que me ciega de muy mala manera. Sus labios están descoloridos y los ojos se le cierran con una pesadez absoluta. No logro tocarla y sus labios se mueven, me quedo de piedra como tantas veces. Su voz es la misma y no lo es, ya no puede fingir, entonces me da ese regalito de su voz tangible, deliciosa.
-Me encantas.
-No me digas eso…
-Te amo.
-Detente, por favor…
-Lo siento mucho.
-Me lo prometiste…
-No lo vi, estaba todo muy oscuro y no tenía las lu… - una tos infernal se apodera de sus labios y no puedo hacer más que acariciar su mano entubada.
-Trata evitar hablar mucho…
-Es difícil, quiero hablar contigo ahora.
-¿Cómo se siente…?
-¿Estar partida en dos? – me mira, sonríe y mi corazón se triza.
-Me asombra tu capacidad de humor…
-Es bueno morirse riendo y es mejor aún si río contigo sosteniendo mi mano – mueve ligeramente la cabeza y fija sus ojos en el enlace de dedos-, no había notado que me tenías tan febrilmente aferrada.
-¿Qué…?
-No puedo sentir desde el cuello hacia abajo – el alma se me encoje y pareciera ser que yo también-, quien iba a pensar que mis manos iban a dejar de sentir alguna vez…
-¿Tienes idea alguna de lo difícil que es para mi no quebrarme en llanto…?
-Sí, se te nota en la voz y en los ojos – su mano sigue tibia-, imagina que te estrujo un poco los deditos.
-Vas a conseguir una sola cosa si me hablas así…
-Lo sé y quiero hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque voy a dejar de estar contigo y quiero verte crecer por última vez – cierro los ojos y me acerco un poco más-, el llanto te hace más humanamente hermosa, ¿no lo sabías?
-Intento no saberlo, pero te empeñas es hacérmelo entender…
-Me gustas.
-No sigas…
-Me gustabas.
-El pasado, no, por favor…
-¿Me besas?
-Yo sé que no vas a irte…
-Sí, lo sabes, anda… Bésame.
Me inclino lentamente sobe la camilla, los tubos, el olor a desinfectante barato y el persistente perfume de su piel. Acaricio su nariz con la mía, en ritual desgarrador y sus labios me parecen inalcanzables.
-Me encantas – susurro yo antes de besarla.
Se me llueve el alma teniendo en mi lengua el sabor de la despedida. Porque eso es.
Ciertamente lo es.
2 corrieron una teja en mi tejado:
okei...
mmm ablamos?
mejor
...
amo princess ^^
cuidado ojo con los puntos no se t
vayan a ir encontra ¬¬
^^ñiii
Mierda!
no sabes q puedes desgarrar cn tus escritos...
mierda!
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